De aquí para alla
Una tarde fría sin tener absolutamente nada que hacer, decidí salir a dar un paseo al parque más lejano de mi casa ya que con tanto tiempo libre, prefería estar afuera que adentro. Camine unas cuantas cuadras un poco nervioso, presintiendo un acontecimiento fuerte, comencé a frotarme las manos por el frio y los nervios.
Observe a lo lejos el autobús que me llevaría a el parque purpura, corrí con todas mis fuerzas para poder alcanzarlo, pero al tratar de brincar una cadena que prohibía el paso a algún lugar, la punta de mi pie se atoro en ella y caí dos metros lejos de esta, dándome un golpazo, me levante muy avergonzado ya que por mi torpeza quede en ridículo frente a unas señoritas bien parecidas que se burlaban descaradamente de mí y para colmo de males perdí el maldito camión.
Cuando llegue a la parada del autobús a esperar el próximo me di cuenta de que mi codo sangraba, había logrado romper mi chamarra con el resbalón que di. Ahora que lo pienso he de haber parecido una bola de boliche desplazándome por el helado suelo. Saque un pañuelo de mi chamarra ya rota y limpie la sangre, conté hasta 999´000,000 para relajarme y finalmente lo logre.
El desgraciado camión por fin apareció, viendo a lo lejos que tenia asientos disponibles me sentí afortunado ya que por lo menos iría plácidamente sentado hasta mi destino, pero gracias a que mi madre hiso de mi un caballero le cedí el paso para subir a unas señoras ya mayores que con trabajos cargaban con su alma, pero en eso unos muchachos de mala pinta me empujaron subiendo ellos primero.
Molesto ya por esto me di cuenta que había olvidado la cartera en casa así que saque la poca morralla y contando peros y tostones complete la tarifa, ya enojado por no tener asiento y aun mas por haber olvidado mi cartera, me pare casi en el centro del autobús aferrado al pasamanos, pero más bien parecía que era un bailarín de table dance con tanta acelerada y frenada.
Más que transporte público, parecía una fiesta móvil, o un camión que transportaba vacas o puercos aun que quizá a ellos los transporten mejor ya que la carne se mallugaría y las personas no la comprarían.
Total que en una de esas frenadas inesperadas di un salto en el que pise a un tipo con cara de pocos amigos que refunfuñando se bajo del camión, y pensé genial una persona menos que quiera usar un asiento cuando alguno se desocupe.
El camión se lleno de nuevo pero esta vez parecíamos velitas en una caja todos paraditos y no nos podíamos mover, yo quede entre dos muchachas jóvenes una delante mío y una atrás ambas dándome la espalda, yo procuraba ni respirar para no incomodarlas, pero en un tome mi mano fue a dar a la pompa de una la cual me miro de reojo y yo solo pude decir perdón, pero al hacerme hacia adelante para no molestar a la joven de atrás, sin fijarme coque con la mujer que esta frente a mí de tal forma que, ella furiosa volteo hacia donde estaba yo y me propino semejante bofetada que mi cuello se volteo como la mujer que sale en el exorcista.
Después de todos esos sucesos decidí bajarme del camión antes de llegar a mi destino, contando nuevamente 999´000,000 para calmarme.
Ya sentado en el parque y recapitulando mi día, comencé a reírme, ya que hice que dos muchachas se fijaran en mi, cumplí la buena obra del día al dejar subir a las señoras, aprendí un nuevo baile, y le toque una nalga a una guapa mujer, conté números que ni siquiera sabía que podía pronunciar, lo único malo fue la cachetada así que en total no estuvo tan mal el día.
Observe a lo lejos el autobús que me llevaría a el parque purpura, corrí con todas mis fuerzas para poder alcanzarlo, pero al tratar de brincar una cadena que prohibía el paso a algún lugar, la punta de mi pie se atoro en ella y caí dos metros lejos de esta, dándome un golpazo, me levante muy avergonzado ya que por mi torpeza quede en ridículo frente a unas señoritas bien parecidas que se burlaban descaradamente de mí y para colmo de males perdí el maldito camión.
Cuando llegue a la parada del autobús a esperar el próximo me di cuenta de que mi codo sangraba, había logrado romper mi chamarra con el resbalón que di. Ahora que lo pienso he de haber parecido una bola de boliche desplazándome por el helado suelo. Saque un pañuelo de mi chamarra ya rota y limpie la sangre, conté hasta 999´000,000 para relajarme y finalmente lo logre.
El desgraciado camión por fin apareció, viendo a lo lejos que tenia asientos disponibles me sentí afortunado ya que por lo menos iría plácidamente sentado hasta mi destino, pero gracias a que mi madre hiso de mi un caballero le cedí el paso para subir a unas señoras ya mayores que con trabajos cargaban con su alma, pero en eso unos muchachos de mala pinta me empujaron subiendo ellos primero.
Molesto ya por esto me di cuenta que había olvidado la cartera en casa así que saque la poca morralla y contando peros y tostones complete la tarifa, ya enojado por no tener asiento y aun mas por haber olvidado mi cartera, me pare casi en el centro del autobús aferrado al pasamanos, pero más bien parecía que era un bailarín de table dance con tanta acelerada y frenada.
Más que transporte público, parecía una fiesta móvil, o un camión que transportaba vacas o puercos aun que quizá a ellos los transporten mejor ya que la carne se mallugaría y las personas no la comprarían.
Total que en una de esas frenadas inesperadas di un salto en el que pise a un tipo con cara de pocos amigos que refunfuñando se bajo del camión, y pensé genial una persona menos que quiera usar un asiento cuando alguno se desocupe.
El camión se lleno de nuevo pero esta vez parecíamos velitas en una caja todos paraditos y no nos podíamos mover, yo quede entre dos muchachas jóvenes una delante mío y una atrás ambas dándome la espalda, yo procuraba ni respirar para no incomodarlas, pero en un tome mi mano fue a dar a la pompa de una la cual me miro de reojo y yo solo pude decir perdón, pero al hacerme hacia adelante para no molestar a la joven de atrás, sin fijarme coque con la mujer que esta frente a mí de tal forma que, ella furiosa volteo hacia donde estaba yo y me propino semejante bofetada que mi cuello se volteo como la mujer que sale en el exorcista.
Después de todos esos sucesos decidí bajarme del camión antes de llegar a mi destino, contando nuevamente 999´000,000 para calmarme.
Ya sentado en el parque y recapitulando mi día, comencé a reírme, ya que hice que dos muchachas se fijaran en mi, cumplí la buena obra del día al dejar subir a las señoras, aprendí un nuevo baile, y le toque una nalga a una guapa mujer, conté números que ni siquiera sabía que podía pronunciar, lo único malo fue la cachetada así que en total no estuvo tan mal el día.